14 enero 2011

Agonizante en plaza abierta


Los zopilotes sobrevuelan su cuerpo. Encorvado, con el espinazo visto a través de su delgada piel, exhala entre sus manos, para sentir su respirar y constatar que aún vive.

¿Para qué? Si al final los zopilotes descenderán a picotear su rostro, a desgarrar su cuerpo, a jugar con sus ojos, a saquearle su lengua...

Los zopilotes descienden y él con sus últimas fuerzas salidas de lo inimaginable, los coge y los destaza.


Jorge Campos
Abril 06


Saturno devorando a sus hijos por Goya
 

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