14 enero 2011

I




Huir no sería más que un holograma patético y tedioso de una paz muerta. Prefiero el silencio inmutable que horas tras horas me obliga a pensar lo impensable. Aquellas paradojas envueltas en inercia.

Aquí donde no distingo lo real y enloquezco cada efímera mañana disipando temores absurdos.

Esos aires de arrogancia que refrescan porque quizá ya no esté muerto. Esos aires y su aroma me enferman. Quizá es el vómito que procuré anoche.

Aquí prefiero, aunque no soporte tu moralismo estúpido, esa amalgama vacía. Aquí prefiero terminar ahogándome en mi vómito, prefiero soportar la clandestinidad a dejarme y ser parte de una mediocre y soberana partida.

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